"Desde aquella primer vez, los muertos anónimos eran para Leo Caldas poco más que objeto sin dueño (...) Sin embargo, era al revelársele la identidad cuando sentía un estremecimiento íntimo; como si conociendo los nombres o algunos rasgos de sus vidas permitiese que aparecieran, junto a a materia de observación criminal, los seres humanos."
Página 18
Domingo Villar nos presenta al inspector Caldas
Leo Caldas es una persona solitaria y tímida que trabaja en la comisaria de Vigo.
Si partimos de la base de que el autor sitúa la novela en una ciudad que no es Barcelona, ya tiene un punto a su favor.
Si además, el personaje es un enigma andante, ya tiene otro.
Este inspector, aparentemente tranquilo, no se altera facilmente, no lleva armas, se preocupa mucho por el aspecto de sus zapatos y es colaborador en un programa radiofónico, Patrulla en las ondas, por el que lo conocen todos los vecinos. Para resolver el caso, cuenta con la de la ayuda del agente Rafael Estévez, corpulento, temperamental y violento, todo lo opuesto a la burbuja en la que vive Caldas.
Ojos de agua
En esta primera entrega, Domingo Villar ha querido atraparnos contándonos el asesinato de un saxofonista que muere de forma sádica y violenta. ¿Que se esconde detrás de este asesinato? ¿Cuantas personas están implicadas? ¿Realmente somos quienes aparentamos ser?
La forma de investigar de Leo Caldas transmite seguridad, y aunque no siempre esté en lo cierto cuando sentencia en sus argumentos, siempre se basa en la lógica y en el sexto sentido que tienen los investigadores de los libros para ir saltando de un pista a otra hasta alcanzar el objetivo final, encontrar al malo de la historia.
"Todo se resolvió con demasiada precipitación, sin tiempo para madurar las pruebas"
Página 180
En medio de este ajetreo de personajes, una sutil Alba aparece y desaparece de la vida del protagonista y del lector, abriendo un abanico de dudas sobre la vida privada del investigador.
Por el contrario, el padre de Caldas está muy presente en la novela y se deja ver merodeando por sus campos y sus viñas, aconsejando a su hijo e informándole de las ventajas de vivir en un pueblo."En el campo aun puedes ver pasar los días, aquí, en la ciudad, además de estar rodeado de toda esta porquería, son los días los que te ven pasar a ti"
Página 116
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