Esta historia de ciencia ficción contada por la
canadiense Margaret Atwood ha creado opiniones de lo más diversas entre los
lectores. Escrita en 1.985 desde Berlín, la autora narra la historia de un estado
fascista regido por normas estrictamente teocráticas donde han sido suprimidos
todos los derechos de las mujeres y las han clasificado en grupos, cuya misión
es procrear a toda costa.
“Estamos en el
centro de Gilead. La República de Gilead no tiene no tiene fronteras. Gilead
está dentro de ti”
Página 22
Los diferentes grupos de personajes que forman esta élite
están compuestos en orden jerárquico por La
Corte Suprema: Los Comandantes que son los poderosos hombres con los que
tienen relaciones sexuales las Criadas siempre (o eso es lo que quieren creer
ellas) delante de Las Esposas. Ellos dominan la República en la que se ha
convertido EEUU después de una guerra con armas químicas y nucleares, y lo
hacen de forma arcaica y patriarcal.
“En un tiempo el aire
quedó saturado de sustancias químicas, rayos y radiación, y el agua se
convirtió en un hervidero de sustancias tóxicas; lleva años limpiar todo esto a
fondo, y mientras tanto la contaminación entra poco a poco en tu cuerpo y se
aloja en tu tejido adiposo” Página 104
Acompañando en su día a día a los Comandantes están Las Esposas, que son más simples que un
botijo, y se dedican a fumar y criar a los hijos que dan a luz las Criadas,
porque ellas, una vez que han parido a sus bebes, no los volverán a ver excepto
cuando los saquen a pasear las Marthas,
que son las mujeres que asisten y ayudan en las tareas domésticas a las Esposas
para que éstas no se deslomen dándoles el biberón a los ansiados retoños que
continuarán con la estirpe de esta nueva raza.
En el último escalón de todo este territorio: Las Criadas, las protagonistas de esta historia, un vientre a
disposición de la sociedad, vestidas con una indumentaria color escarlata para
ser reconocidas, clasificadas por la cantidad de veces que han intentado quedarse
embarazadas y no lo han conseguido, víctimas de este complot llamado Gilead.
Las Criadas. El grupo al que pertenece Defred, la protagonista de esta
espeluznante distopía.
Sobre ellas se encuentra la primacía del varón y el mantenimiento a toda costa
de la clase alta que gobierna la sociedad. Controlándolas desde la distancia
pero siempre al acecho, los Ojos que
todo lo ven que las vigilan y se camuflan por todas partes, desde el
jardinero hasta el vendedor de pan. Dentro de este grupo también entran Los Ángeles que las examinan y las
adoctrinan, recordándoles diariamente cuál es su cometido y que es lo que
se espera de ellas…
“Mi misión es
procrear: no somos concubinas, ni geishas, ni cortesanas. No debe existir la
diversión con respecto a nosotras, no hay lugar para que florezcan deseos
ocultos, no hay ninguna base en la que pueda asentarse el amor”
Página 132
Página 132
Defred se define como una refugiada del pasado que sigue
las costumbres que le han obligado a abandonar. Ha medida que avanza la narración,
ella relata los cambios sufridos en su vida en primera persona y combina sus
vivencias actuales con sus recuerdos del pasado. Pasa de ser Peggy Olson a una
criada con una cofia blanca que la aísla de todo lo que hay a su alrededor. Su
familia, su marido, su hija, su mascota, su hogar, su trabajo ya no pertenecen
a su vida actual, son solo recuerdos. Recuerdos que, por otra parte, a de
tratar de borrar a toda costa en beneficio de su estabilidad emocional.
“Nadie se muere
por falta de sexo. Es por falta de amor por lo que morimos. Aquí no hay nadie a
quien yo pueda amar, toda la gente a la que yo amo está muerta, o en otra
parte. ¿Quién sabe dónde estarán o cuales serán ahora sus nombres? También
podrían no estar en ninguna parte, como debo estarlo yo según ellos. Yo también
soy una persona desaparecida”
Página 97
La desesperación por intentar pasar a través del muro
para llegar a la frontera con Canadá hace que los muertos se acumulen colgados
de varios ganchos dispuestos para ese fin. Defred busca a diario a su marido
entre las capuchas que les cubren las caras a médicos, abogados o profesores.
Vive con la esperanza de escapar y encontrarlo. O simplemente de escapar y
seguir viviendo.
Muchos lectores han clasificado a Margaret Atwood de ser la
Nostradamus del S. XXI debido a la cantidad de paralelismos que entraña la
novela con la época actual. Yo, sinceramente, no veo éstas similitudes, excepto
cuando pienso que el mundo, cada vez más, está gobernado por seres sin
sentimientos. Mi humilde opinión es que, al igual que George Orwell o Aldous
Huxley, hay escritores que están tocados con una varita mágica llena de
imaginación y fantasía, y no es que ellos sean clarividentes con respecto a los
sucesos que pasarán en el futuro, sino que son las generaciones del futuro las
que tienen la responsabilidad de no servirse de las doctrinas que se fraguan en
los libros para crear el mundo en el que vivimos.
“Luke estaba en la
sala. Me cogió entre sus brazos. Ambos nos sentíamos desgraciados. ¿Cómo
supimos que éramos felices, incluso entonces? Porque al menos teníamos eso:
nuestros abrazos”
Página 188
Página 188
La actriz Elisabeth Moss, que da vida a Defred en la gran pantalla, junto con Margaret Atwood, autora del libro El cuento de la Criada |
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