Me encuentro ante una de las novelas más famosas del escritor egipcio Taha Hussein y me sorprendo al pensar en como la vida guió a este hombre invidente hasta convertirse en el catedrático más famoso con el que contó su país.
Sus estudios, cursados primero en la universidad de El Cairo y finalizándolos en la Sorbona de París, le hicieron especializarse en la Literatura árabe y la Historia del Islam y gracias a su vocación recibió el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas poco antes de su muerte, en el año 1.973.
Si hay un aspecto que me conmueve de este decano de las letras árabes, es que, gracias a su ingreso como director en la Universidad de El Cairo el año 1.938, logró que la educación básica se convirtiera en obligatoria y gratuita.
Tomo el libro entre mis manos y comienzo a leer. Estoy ante una verdadera joya.
"De esta manera es como nuestro niño se quedó ciego, pues habiendo cogido una oftalmia, lo tuvieron por varios días abandonado, para llamar luego al barbero, quien le aplicó una medicina que acabó con sus ojos. Y de esta manera también fue como aquella niña perdió la vida".
Página 102
La infancia en un ámbito rural egipcio poco desarrollado hace que los niños de las aldeas y las zonas apartadas se hallen expuestos al abandono. Todo suma si, además, tienen la desdicha de nacer en el seno de una familia numerosa donde la matriarca se encuentra diariamente afanada. Como se encarga de explicar el autor en las páginas de su libro Los días...
... "En esos medios, las mujeres tienen una especie de filosofía dañina y una especie de ciencia más dañina aún. Si el niño se queja, la madre no suele hacerle caso, porque, ¿qué niño no se queja? Y si la madre le hace caso es para despreciar al médico y acudir a esa especie de ciencia criminal que es la de las mujeres y congéneres".
Página 102
Taha Hussein perdió la vista en la infancia debido a una negligencia médica. Posiblemente una de las partes más conmovedoras relatadas en su libro es el momento en el que narra la historia de la muerte de su hermana pequeña y la enlaza con la forma en la que él mismo perdió la visión a los nueve años de edad. Sin embargo, la forma de escribir este libro dista mucho de la primera concepción que me formé cuando lo hojeé. La capacidad de envolver al lector desde una perspectiva distante, sin sentimentalismos ni lamentaciones pero a la vez entrañable y cercana, hace que sintamos lo mismo que el protagonista de esta historia cuando, por ejemplo, busca a tientas la comida en la mesa, la huele y saborea, pero no sabe que color tiene ni cuanta cantidad hay.
Lo que el escritor pretende describiendo minuciosamente esta escena en la que los padres del niño lo reprenden por comer con las dos manos, es que, a través de la voz en off de una tercera persona, veamos la vida desde el punto de vista de un niño ciego. Y no una vida cualquiera, si no la vida de un niño egipcio que oye, ansía, sufre y espera vivirla intensamente.
Como Taha Hussein, el lector no puede ver y hemos de reconocer los lugares por donde camina el futuro escritor escuchando, como él, la voz del tendero de la esquina, oliendo la manteca rancia que nos indica la entrada a la casa donde vive, subiendo a tiendas los peldaños de la escalera que nos conducen hasta la habitación y palpando la esterilla donde, un niño que el destino a tocado con el arte y la capacidad de aprender a observar con los oídos, nos invitará a sentarnos para escuchar como recita el Corán de memoria. La vida en la ciudad, tan alejada de las costumbres agrestes, empujaron forzosamente a Taha Hussein a espabilarse en un país donde los cambios se sufrían rápidamente, sin darle tiempo a asimilar las alteraciones que le producían en su vida.
El relato, que fácilmente podríamos comparar con la literatura de la Generación del 98 por su tristeza y hermosura, es también una crítica al país y una lucha contra la rutina y el fanatismo. Es un canto a la superación y a la niñez perdida, al aprendizaje y al descubrimiento de un mundo nuevo. En definitiva, el libro Los días de Taha Hussein es una joya de la literatura árabe contemporánea indispensable para todos los públicos.
martes, 9 de octubre de 2018
domingo, 7 de octubre de 2018
NAVEGO POR EL NILO CON AGATHA CHRISTIE
Si leer a los escritores árabes me ha insuflado un soplo de vida y entusiasmo, bucear en las historias de Agatha Christie que tienen como escenario el Nilo ha sido una experiencia extrasensorial. Junto a ella y su inspector Hércules Poirot, he viajado de Londres hasta Asuan cargada de malos presagios y una lupa, ambas cosas me resultan imprescindibles e inseparables cada vez que me sumerjo en la lectura de alguno de los libros de la Dama del crimen. Atención, hay que hilar muy fino para saber por donde van los tiros, no pestañear en los diálogos y se acabó eso de leer por las noches para conciliar un sueño placentero. Estoy leyendo a Agatha Christie, tengo que asumir las consecuencias. Y esta vez el ambiente desértico, rodeado de tumbas, faraones, momias y escorpiones es propicio para fabricar un asesino que se pasea por la cubierta de un barco mecido por las aguas del Nilo. Me lo imagino como si estuviera allí. El entorno árido y caliente me trasporta a lugares lejanos.
Que el inspector Poirot esté de vacaciones no significa nada, pues va tener que seguir trabajando bajo el sol abrasador del desierto. El encargo de una bella dama que viaja en el mismo convoy que el policía origina una serie de desencuentros entre el resto de viajeros que harán sospechar al lector hasta del canario del vecino. La señora Doyle, de soltera Ridgeway, se acaba de casar con el pretendiente de su mejor amiga Jacqueline. La señora Doyle manifiesta que su marido esta profundamente enamorado de ella y no de su dinero, cosa que Jacqueline, compuesta y sin marido, pone en duda y se encarga de demostrar por activa y por pasiva. La petición de la señora Doyle para que el inspector Poirot la vigile de cerca no está exenta de fundamento: Jacqueline está haciendo todo lo posible por acompañarlos en la luna de miel, como si de un tercer miembro se tratara y ha manifestado en varias ocasiones su propósito de acabar con la vida del hombre que la dejó plantada en el altar.
"- Creo que podríamos ir a Egipto - murmuró Rosalie-. No creo que haya una gran diferencia.
- No es una cuestión de vida o muerte - repuso Mrs. Otterbourne.
Pero en eso se equivocaba, porque sí se trataba precisamente de una cuestión de vida o muerte"
Página 45
Que el inspector Poirot esté de vacaciones no significa nada, pues va tener que seguir trabajando bajo el sol abrasador del desierto. El encargo de una bella dama que viaja en el mismo convoy que el policía origina una serie de desencuentros entre el resto de viajeros que harán sospechar al lector hasta del canario del vecino. La señora Doyle, de soltera Ridgeway, se acaba de casar con el pretendiente de su mejor amiga Jacqueline. La señora Doyle manifiesta que su marido esta profundamente enamorado de ella y no de su dinero, cosa que Jacqueline, compuesta y sin marido, pone en duda y se encarga de demostrar por activa y por pasiva. La petición de la señora Doyle para que el inspector Poirot la vigile de cerca no está exenta de fundamento: Jacqueline está haciendo todo lo posible por acompañarlos en la luna de miel, como si de un tercer miembro se tratara y ha manifestado en varias ocasiones su propósito de acabar con la vida del hombre que la dejó plantada en el altar.
"- Creo que podríamos ir a Egipto - murmuró Rosalie-. No creo que haya una gran diferencia.
- No es una cuestión de vida o muerte - repuso Mrs. Otterbourne.
Pero en eso se equivocaba, porque sí se trataba precisamente de una cuestión de vida o muerte"
Página 45
Reseñar a la gran Agatha Christie sin desvelar un solo detalle que comprometa a futuros lectores me ha parecido una tarea sumamente difícil, de esas en las que sudas solamente de pensar. Por otro lado, y entrando en contradicción conmigo misma, La Señora también lo pone fácil debido a la calidad de sus textos. Su capacidad para fabricar historias psicológicas dejando a un lado la violencia o la sangre hacen que el lector se vea inmerso en un rompecabezas dirigido por situaciones inverosímiles pero totalmente viables en el plano ficticio. Analizando su obra, me sorprendo a misma cuando, en alguna tertulia literaria, los más entendidos en el género osan criticarla. Sinceramente y entre nosotros, que somos pocos, estos detractores que destacan la falta del factor sorpresa o la capacidad de la autora para introducir el piloto automático y canalizar las novelas siempre con el mismo patrón no son capaces de medir la literatura con la misma vara. Si la escritora hubiera llevado pantalones, literalmente, otro gallo cantaría.
Agatha Christie ha sido una de las autoras más prolíficas y que más libros ha vendido y sigue vendiendo actualmente, solamente superada por Shakespeare o la Biblia. Su pasión por la literatura la empujó a escribir 66 novelas y 150 relatos policíacos y consiguió introducir el género negro en todos los hogares, consagrándolo como lectura de cabecera para todos los públicos y sexos. Agatha Christie creía que la mejor receta para el éxito de una novela policíaca se basaba en que el detective nunca debía saber más que el lector, y con esa reflexión finalizo.
Señores, yo les aconsejaría que leyeran a La Dama de la novela negra y después juzgaran ustedes mismos. El paseo por el Nilo les saldrá prácticamente gratis...
jueves, 4 de octubre de 2018
DIARIO DE UN FISCAL RURAL
Me estoy rodeando de los personajes más ilustres de la literatura árabe contemporánea y es por eso que estoy disfrutando como una enana de la elección de los libros que he hecho antes de viajar al país de la diversidad.
Hoy he acabado de leer Diario de un fiscal rural, escrito por el maestro Tawfiq AlHakim, y no he podido esperar más tiempo para hacer la reseña de lo que me ha parecido uno de los mejores libros del año. Deeeel año. El descubrimiento de esta literatura morisca me está deparando muchas sorpresas, todas ellas inesperadas, es por eso que no quiero precipitarme en hacer una valoración previa sin haber acabado de leer todos los autores seleccionados, aunque en este momento ya me haya decantado. Así es mi vida, un mar de contradicciones literarias constantes.
Al igual que en el libro Los días de Taha Hussein donde el escritor se camufla detrás de su personaje principal para narrarnos la vida de un Egipto campestre, Tawfiq Al Hakim nos explica en su libro, Diario de un fiscal rural, la vida bucólica de un joven abogado que ejerce de fiscal en el distrito donde trabaja. Los tintes autobiográficos afloran en cada página, falta conocer la vida del escritor para saber que se esconde detrás de ellos.
Tawfiq Al Hakim, nació en Alejandría, la ciudad de los poetas, y pese a su carácter pacifico, se vio envuelto en las revueltas estudiantiles que tuvieron lugar en el año 1.919, con tan solo 20 años. Poco tiempo después, su padre lo envió a París a estudiar leyes pero el joven escritor regresó a Egipto sin concluir la carrera y con un interés claro: el ambiente cultural de la ciudad de El Cairo le atraía mucho más que Francia y sus costumbres. Así que con los años, se empleó como oficial de juzgados y pasó parte de su juventud desplazándose de pueblo en pueblo por diversas ciudades egipcias alejadas de las grandes urbes. Fue en este momento cuando sus inquietudes periodísticas empezaron a atosigarlo y comprimió las experiencias acumuladas en estos lugares publicando el libro que acabo de leer en este momento. Una obra maestra.
"¿Por qué escribo mi vida en un Diario? ¿Acaso porque es una vida feliz? De ningún modo. El que lleva una vida feliz no la escribe y se limita a vivirla. Yo vivo con la criminalidad en una misma cadena. Es mi compañera y esposa, a la que veo todos los días pero a la que no puedo hablar en secreto."
Página 21
En mitad de la noche, el protagonista de esta novela, que no es otro que el mismo escritor, recibe una llamada inesperada que le trasladará hasta un pueblo lejano para investigar sobre un extraño y contradictorio suceso: un hombre yace en la cuneta de la carretera gravemente herido por un disparo en el hombro. Lo que el protagonista no sabe, pero el escritor sí, es la inmersa belleza con la que se encontrará cuando, haciendo el sumario de instrucción para su superior, se tropiece directamente con los ojos de la adorable Rim.
Aunque este peculiar y joven fiscal dedique la mayoría de su jornada laboral a despachar asuntos rurales como juicios de faltas, disputas vecinales o casos de malos de tratos, su instinto lo mantendrá alerta y vigilará a la muchacha de ojos negros que acaba de conocer, pues es la principal sospechosa del ataque a su cuñado, el joven que ha amanecido con un disparo en el hombro.
Diario de un fiscal rural es un obra literaria donde el egipcio se encuentra representado en el vocabulario y las acciones. El lector extranjero entenderá muchas de las conductas de los autóctonos locales y, aunque la mayoría de las veces no las consiga comprender, sí será participe y conocedor de sus andanzas. Con Las descripciones empleadas por el escritor que trazan perfectamente la linea divisoria entre un mundo culto y otro campestre hará que el lector viva con pasión cada página que pasa. Mención aparte se merece el lenguaje empleado por ser llano, simple, sin florituras ni adjetivos en exceso y totalmente alejado de las sofisticacion y el refinamiento que acompañaban a El Cairo de los años 20. Un lenguaje rico en metáforas, humor negro y sátira.
"Verdaderamente la pluma es un gran recurso para los que, como yo, estamos condenados a la soledad. Pero la tal pluma es como un caballo, que unas veces corre porque sale de dentro, igual que un pájaro revoltoso, y otras, en cambio, se pone rancio, se encabrita, y se niega a avanzar, como si hallase en su camino una víbora con la cabeza encampanada"
Página 86
Hoy he acabado de leer Diario de un fiscal rural, escrito por el maestro Tawfiq AlHakim, y no he podido esperar más tiempo para hacer la reseña de lo que me ha parecido uno de los mejores libros del año. Deeeel año. El descubrimiento de esta literatura morisca me está deparando muchas sorpresas, todas ellas inesperadas, es por eso que no quiero precipitarme en hacer una valoración previa sin haber acabado de leer todos los autores seleccionados, aunque en este momento ya me haya decantado. Así es mi vida, un mar de contradicciones literarias constantes.
Al igual que en el libro Los días de Taha Hussein donde el escritor se camufla detrás de su personaje principal para narrarnos la vida de un Egipto campestre, Tawfiq Al Hakim nos explica en su libro, Diario de un fiscal rural, la vida bucólica de un joven abogado que ejerce de fiscal en el distrito donde trabaja. Los tintes autobiográficos afloran en cada página, falta conocer la vida del escritor para saber que se esconde detrás de ellos.
Tawfiq Al Hakim, nació en Alejandría, la ciudad de los poetas, y pese a su carácter pacifico, se vio envuelto en las revueltas estudiantiles que tuvieron lugar en el año 1.919, con tan solo 20 años. Poco tiempo después, su padre lo envió a París a estudiar leyes pero el joven escritor regresó a Egipto sin concluir la carrera y con un interés claro: el ambiente cultural de la ciudad de El Cairo le atraía mucho más que Francia y sus costumbres. Así que con los años, se empleó como oficial de juzgados y pasó parte de su juventud desplazándose de pueblo en pueblo por diversas ciudades egipcias alejadas de las grandes urbes. Fue en este momento cuando sus inquietudes periodísticas empezaron a atosigarlo y comprimió las experiencias acumuladas en estos lugares publicando el libro que acabo de leer en este momento. Una obra maestra.
"¿Por qué escribo mi vida en un Diario? ¿Acaso porque es una vida feliz? De ningún modo. El que lleva una vida feliz no la escribe y se limita a vivirla. Yo vivo con la criminalidad en una misma cadena. Es mi compañera y esposa, a la que veo todos los días pero a la que no puedo hablar en secreto."
Página 21
En mitad de la noche, el protagonista de esta novela, que no es otro que el mismo escritor, recibe una llamada inesperada que le trasladará hasta un pueblo lejano para investigar sobre un extraño y contradictorio suceso: un hombre yace en la cuneta de la carretera gravemente herido por un disparo en el hombro. Lo que el protagonista no sabe, pero el escritor sí, es la inmersa belleza con la que se encontrará cuando, haciendo el sumario de instrucción para su superior, se tropiece directamente con los ojos de la adorable Rim.
Aunque este peculiar y joven fiscal dedique la mayoría de su jornada laboral a despachar asuntos rurales como juicios de faltas, disputas vecinales o casos de malos de tratos, su instinto lo mantendrá alerta y vigilará a la muchacha de ojos negros que acaba de conocer, pues es la principal sospechosa del ataque a su cuñado, el joven que ha amanecido con un disparo en el hombro.
Diario de un fiscal rural es un obra literaria donde el egipcio se encuentra representado en el vocabulario y las acciones. El lector extranjero entenderá muchas de las conductas de los autóctonos locales y, aunque la mayoría de las veces no las consiga comprender, sí será participe y conocedor de sus andanzas. Con Las descripciones empleadas por el escritor que trazan perfectamente la linea divisoria entre un mundo culto y otro campestre hará que el lector viva con pasión cada página que pasa. Mención aparte se merece el lenguaje empleado por ser llano, simple, sin florituras ni adjetivos en exceso y totalmente alejado de las sofisticacion y el refinamiento que acompañaban a El Cairo de los años 20. Un lenguaje rico en metáforas, humor negro y sátira.
"Verdaderamente la pluma es un gran recurso para los que, como yo, estamos condenados a la soledad. Pero la tal pluma es como un caballo, que unas veces corre porque sale de dentro, igual que un pájaro revoltoso, y otras, en cambio, se pone rancio, se encabrita, y se niega a avanzar, como si hallase en su camino una víbora con la cabeza encampanada"
Página 86
miércoles, 26 de septiembre de 2018
EL VIAJE DE UN EGIPTÓLOGO INGENUO
Me preparo para una de las aventuras más impresionantes de mi vida y todos los libros que pueda leer sobre el destino me parecen pocos. Sería imposible concebir un viaje al enigmático Egipto sin haber reparado en su literatura, muestra de los entresijos de una sociedad antigua y tradicional. Para ello he buscado a los mejores acompañantes: Taha Hussein, Amin Maalouf y Naguib Mahfuz son solo una muestra de los escritores árabes contemporáneos más importantes que me escoltaran a lo largo de este recorrido, guiándome a través de los misterios que esconde el desierto y desmigajando, poco a poco, una de las civilizaciones más antiguas de este planeta. Con sus historias recorreré escenarios únicos e inolvidables recreándome en los olores, sabores y colores de cada rincón del Cairo. Todavía no me lo puedo creer. Pronto tendréis más noticias de ellos a través de la reseña de sus libros.
Pero si hoy estoy aquí, emocionada y nerviosa al mismo tiempo, es debido al descubrimiento de otro escritor que, en su primera visita a las Pirámides de Gizah, adivinó a qué se dedicaría el resto de su vida.
La historia de Egipto es una de las más antiguas que nacieron en torno al mar Mediterráneo. Sus costumbres y la abnegación de su pueblo por mantener viva su cultura, es un fiel ejemplo de las tradiciones que perduran hoy en día. Me encuentro sumida en mis pensamientos cuando doy de bruces con el libro "El viaje de un egiptólogo ingenuo" (Ediciones del viento, 2.017). Solo la foto de la portada ya me indica que este es el libro que estaba buscando, mezcla de experiencias, anécdotas y citas literarias. Noto que es el mejor momento para leerlo cuando, al comenzar la lectura, Tito Vivas narra en primera persona la impresión que le causó ver las Pirámides de Gizah con tan solo nueve años de la mano de sus padres. Me imagino a un jovencito ataviado con calcetines de algodón hasta las rodillas y gorro de explorador, perdido entre toneladas de arena caliente, contemplando miles de piedras posicionadas perfectamente y buscando un sentido a las construcciones faraónicas más antiguas del mundo. Todo el misticismo que rodea esta civilización cobra un nuevo sentido cuando aprendes a ver con los ojos de un egiptólogo el conjunto de sus obras. Las Pirámides como nexo de unión entre la vida y la muerte, la importancia de cada dios ligada a la descendencia del varón o la simbología animal son solo un ejemplo de lo que el lector descubrirá mientras viaja en camello y taxi prácticamente la mismo tiempo.
Leer el libro de Tito Vivas es transportarse al Egipto de la antigüedad y vivir varias vidas unidas entre la época faraónica y el momento en que empezaron a llegar los primeros descubridores para estudiar los tesoros en forma de sarcófagos, momias, templos y piedras que iban apareciendo delante de ellos. Las constantes citas a la novelista, periodista, viajera y egiptóloga Amelia Edwards denotan la admiración que el autor siente por su predecesora así como la honda impresión que le causó conocer su obra. A lo largo de todo el libro, las citas de diversos y variados escritores han hecho que amplíe, aun más, el abanico de obras que me faltan por leer antes de viajar al país donde Keops, Tutankamon o Nefertiti dejaron una huella imborrable.
"Sobre las aguas del Nilo el tiempo se detiene. La temperatura del ambiente relaja su crudeza y una brisa fresca envuelve la vida por completo. La humedad se instala en cada poro de la piel provocando una sensación de rejuvenecimiento. El gran canal eterno abraza al mortal haciéndolo consciente de su naturaleza efímera. Me sentía al mismo tiempo afortunado y miserable"
Página 205
Las famosas aguas del Nilo llenan decenas de páginas de este precioso libro mientras el autor se mece por ellas para desplazarse desde Karkak hasta Abu Simbel, pasando por Luxor, Edfú, Tebas y los templos de Asuan. Además de las interminables referencias de sitios y lugares con sus consabidas explicaciones históricas, el autor ha querido agasajarnos con fotografías antiguas, panorámicas tomadas por él mismo y decenas de acuarelas que describen perfectamente los colores que envuelven esta tierra, donde los ocres, naranjas y marrones no se distinguen de las construcciones más antiguas. De vuelta al Cairo y antes de despedirse del lector, Tito Vivas describe con detalle el placer que supone la comida egipcia para los sentidos, sus predilecciones a la hora de decantarse por un plato u otro y los lugares más importantes de una de las ciudades más pobladas de África.
Las cientos de anotaciones, los posits y comentarios a pie de página que he marcado como recordatorio de textos que no quiero que se me olviden, me ayudarán a descubrir este increíble país por mi misma, eso sí, de la mano de uno de los mejores egiptólogos españoles que existen en este momento.
"El Cairo es dulce y pegajoso. Hay un permanente velo visible en la distancia, cómo una bruma que anega el horizonte. En El Cairo no son necesarios los filtros fotográficos de tono sepia y, sin embargo, de cerca, esa cortina de vapor desaparece a la vista y cambia su estado gaseoso a líquido materializándose en gotas de sudor"
Página 43
Pero si hoy estoy aquí, emocionada y nerviosa al mismo tiempo, es debido al descubrimiento de otro escritor que, en su primera visita a las Pirámides de Gizah, adivinó a qué se dedicaría el resto de su vida.
La historia de Egipto es una de las más antiguas que nacieron en torno al mar Mediterráneo. Sus costumbres y la abnegación de su pueblo por mantener viva su cultura, es un fiel ejemplo de las tradiciones que perduran hoy en día. Me encuentro sumida en mis pensamientos cuando doy de bruces con el libro "El viaje de un egiptólogo ingenuo" (Ediciones del viento, 2.017). Solo la foto de la portada ya me indica que este es el libro que estaba buscando, mezcla de experiencias, anécdotas y citas literarias. Noto que es el mejor momento para leerlo cuando, al comenzar la lectura, Tito Vivas narra en primera persona la impresión que le causó ver las Pirámides de Gizah con tan solo nueve años de la mano de sus padres. Me imagino a un jovencito ataviado con calcetines de algodón hasta las rodillas y gorro de explorador, perdido entre toneladas de arena caliente, contemplando miles de piedras posicionadas perfectamente y buscando un sentido a las construcciones faraónicas más antiguas del mundo. Todo el misticismo que rodea esta civilización cobra un nuevo sentido cuando aprendes a ver con los ojos de un egiptólogo el conjunto de sus obras. Las Pirámides como nexo de unión entre la vida y la muerte, la importancia de cada dios ligada a la descendencia del varón o la simbología animal son solo un ejemplo de lo que el lector descubrirá mientras viaja en camello y taxi prácticamente la mismo tiempo.
Leer el libro de Tito Vivas es transportarse al Egipto de la antigüedad y vivir varias vidas unidas entre la época faraónica y el momento en que empezaron a llegar los primeros descubridores para estudiar los tesoros en forma de sarcófagos, momias, templos y piedras que iban apareciendo delante de ellos. Las constantes citas a la novelista, periodista, viajera y egiptóloga Amelia Edwards denotan la admiración que el autor siente por su predecesora así como la honda impresión que le causó conocer su obra. A lo largo de todo el libro, las citas de diversos y variados escritores han hecho que amplíe, aun más, el abanico de obras que me faltan por leer antes de viajar al país donde Keops, Tutankamon o Nefertiti dejaron una huella imborrable.

Página 205
Las famosas aguas del Nilo llenan decenas de páginas de este precioso libro mientras el autor se mece por ellas para desplazarse desde Karkak hasta Abu Simbel, pasando por Luxor, Edfú, Tebas y los templos de Asuan. Además de las interminables referencias de sitios y lugares con sus consabidas explicaciones históricas, el autor ha querido agasajarnos con fotografías antiguas, panorámicas tomadas por él mismo y decenas de acuarelas que describen perfectamente los colores que envuelven esta tierra, donde los ocres, naranjas y marrones no se distinguen de las construcciones más antiguas. De vuelta al Cairo y antes de despedirse del lector, Tito Vivas describe con detalle el placer que supone la comida egipcia para los sentidos, sus predilecciones a la hora de decantarse por un plato u otro y los lugares más importantes de una de las ciudades más pobladas de África.
Las cientos de anotaciones, los posits y comentarios a pie de página que he marcado como recordatorio de textos que no quiero que se me olviden, me ayudarán a descubrir este increíble país por mi misma, eso sí, de la mano de uno de los mejores egiptólogos españoles que existen en este momento.
"El Cairo es dulce y pegajoso. Hay un permanente velo visible en la distancia, cómo una bruma que anega el horizonte. En El Cairo no son necesarios los filtros fotográficos de tono sepia y, sin embargo, de cerca, esa cortina de vapor desaparece a la vista y cambia su estado gaseoso a líquido materializándose en gotas de sudor"
Página 43
miércoles, 19 de septiembre de 2018
TE QUIERO PORQUE ME DAS DE COMER
Un instituto. Un trauma. La construcción de un asesino en serie.
Una moneda. Un símbolo. Decenas de víctimas.
Una infidelidad. Una mujer despechada. Un cura que abusa de los niños.
Un detective incompetente que se enamora de un actor de teatro.
Carabanchel. Droga. Toxicómanos. Gitanos.
La trata de blanca. Perros asesinos. Violencia. Sexo. Asesinatos.
El odio. La maldad. La búsqueda constante de los instintos humanos.
Todo esto (y mucho más) es Te quiero porque me das de comer.
"El asesino en serie carece de empatia: el asesino en serie acostumbra a cosificar a sus víctimas: las concibe como objetos, nunca como personas: jamás se arrepiente de sus crímenes e incluso, cuando la policía lo detiene, confiesa haber cometido mas crímenes de los que realmente cometió"
Página 11
Leer a David LLorente siempre es un reto. Me pasó con "Madrid, frontera" y me vuelve a pasar con "Te quiero porque me das de comer". Mi sorpresa es que me encuentro con un estilo narrativo diferente del resto de novelas negras, marcado por la estructura, el orden, el ritmo y la voz del narrador. Como ya me sucedió con "Subsuelo" (Salto de Página, 2.015) de Marcelo Luján, David Llorente se preocupa por contar lo que sucede dentro de la mente de un criminal y consigue dejar a un lado los procesos que envuelven la investigación policial. Para el escritor, la evolución del mal es su principal obsesión y la base para poder jugar con el odio que surge de todos los personajes. Es magnífico comprobar como el desarrollo de la novela empuja a actuar desesperadamente a los protagonistas de la historia y los anima a fomentar una personalidad que, aunque en un principio no parece que sea tan terrible, se convierte en el tema principal de la trama.
Basada íntegramente en el barrio madrileño de Carabanchel, la narración nace en el año 93 y se extiende hasta el año 2003, y es durante este periodo de diez años donde el autor decide progresar en el relato para que el lector sea testigo de hasta que nivel puede llegar la crueldad humana.
TE QUIERO PORQUE ME HACES PENSAR
El ego, el bulling, los desengaños, las recetas de cocina, la presentación de películas que se hicieron en esos años, la llegada de los perros de raza peligrosa y las primeras peleas, los abusos sexuales, todo lo que pasa puertas adentro de un instituto, las relaciones personales, el mundo de la noche en su total amplitud y un sin fin de temas serán solamente el aperitivo de este banquete de sensaciones. La construcción de los personajes, los lugares elegidos para posicionaros, las ideas que transmiten sus conductas, las impresiones que genera leer algo diferente hacen de todo el conjunto un manjar para los sentidos.
Y, como bien me dijo mi amiga literaria Charo Gonzalez Herrera, esta novela se debería haber titulado "Te quiero porque me haces pensar" en vez de "Te quiero porque me das de comer". Y es que, las novelas de David Llorente hacen que el cerebro trabaje al 100% y saque sus propias conclusiones sin que el escritor apenas interfiera en la historia que está contando.
Una moneda. Un símbolo. Decenas de víctimas.
Una infidelidad. Una mujer despechada. Un cura que abusa de los niños.
Un detective incompetente que se enamora de un actor de teatro.
Carabanchel. Droga. Toxicómanos. Gitanos.
La trata de blanca. Perros asesinos. Violencia. Sexo. Asesinatos.
El odio. La maldad. La búsqueda constante de los instintos humanos.
Todo esto (y mucho más) es Te quiero porque me das de comer.
"El asesino en serie carece de empatia: el asesino en serie acostumbra a cosificar a sus víctimas: las concibe como objetos, nunca como personas: jamás se arrepiente de sus crímenes e incluso, cuando la policía lo detiene, confiesa haber cometido mas crímenes de los que realmente cometió"
Página 11
Leer a David LLorente siempre es un reto. Me pasó con "Madrid, frontera" y me vuelve a pasar con "Te quiero porque me das de comer". Mi sorpresa es que me encuentro con un estilo narrativo diferente del resto de novelas negras, marcado por la estructura, el orden, el ritmo y la voz del narrador. Como ya me sucedió con "Subsuelo" (Salto de Página, 2.015) de Marcelo Luján, David Llorente se preocupa por contar lo que sucede dentro de la mente de un criminal y consigue dejar a un lado los procesos que envuelven la investigación policial. Para el escritor, la evolución del mal es su principal obsesión y la base para poder jugar con el odio que surge de todos los personajes. Es magnífico comprobar como el desarrollo de la novela empuja a actuar desesperadamente a los protagonistas de la historia y los anima a fomentar una personalidad que, aunque en un principio no parece que sea tan terrible, se convierte en el tema principal de la trama.
Basada íntegramente en el barrio madrileño de Carabanchel, la narración nace en el año 93 y se extiende hasta el año 2003, y es durante este periodo de diez años donde el autor decide progresar en el relato para que el lector sea testigo de hasta que nivel puede llegar la crueldad humana.
Por lo tanto, la maldad, en su amplio conjunto de complejidades, es la protagonista principal de este libro. La trama, así como la amplia lista de personajes que aparecen y desaparecen, son los actores secundarios que interpretan diferentes papeles en escenarios sórdidos y crueles, y a la vez muy reales.
TE QUIERO PORQUE ME HACES PENSAR
Si algo llama la atención del lector nada más abrir la primera página es la construcción de las frases y la simultaneidad de las historias. Todos los relatos transcurren al mismo tiempo y están narrados de la misma forma, con la dificultad que ello comporta para el lector (ya es hora que, desde la otra parte, nos pusiéramos a trabajar un poquito). La construcción de las frases es muy austera, utilizando un sin fin de puntos dobles y puntos seguidos, y el trasfondo de esta novela es mucho más complejo que lo que aparenta en un principio. Así que lo que se espera del lector es que colabore para entrar en la trama, poder entenderla y al mismo tiempo, disfrutarla.
El ego, el bulling, los desengaños, las recetas de cocina, la presentación de películas que se hicieron en esos años, la llegada de los perros de raza peligrosa y las primeras peleas, los abusos sexuales, todo lo que pasa puertas adentro de un instituto, las relaciones personales, el mundo de la noche en su total amplitud y un sin fin de temas serán solamente el aperitivo de este banquete de sensaciones. La construcción de los personajes, los lugares elegidos para posicionaros, las ideas que transmiten sus conductas, las impresiones que genera leer algo diferente hacen de todo el conjunto un manjar para los sentidos.
Y, como bien me dijo mi amiga literaria Charo Gonzalez Herrera, esta novela se debería haber titulado "Te quiero porque me haces pensar" en vez de "Te quiero porque me das de comer". Y es que, las novelas de David Llorente hacen que el cerebro trabaje al 100% y saque sus propias conclusiones sin que el escritor apenas interfiera en la historia que está contando.
martes, 11 de septiembre de 2018
MUJERES DE BOMBAY
Conocí la ONG Sonrisas de Bombay a través de uno de los primeros libros escritos por su fundador, Jaume Sanllorente. En el libro, titulado igual que el nombre de la Organización que él preside, pude conocer los motivos que empujaron a este joven empresario a abandonar su Barcelona natal para embarcarse en un proyecto que sobrepasaba todos los límites. Acostumbrado a viajar mucho y solo, Jaume Sanllorente decidió conocer la India el verano de 2.003. Lo que él no se esperaba bajo ningún concepto era de que manera la experiencia le iba a marcar a nivel emocional, así que a la vuelta, se despojó de todas sus posesiones materiales, tiró de contactos y favores pendientes y, con mucha paciencia y tesón, creó el proyecto más ambicioso de su vida: una ONG dedicada a ayudar a los niños más pobres de este país.
Cada vez que leo sobre India, no puedo evitar emocionarme y recordar lo vivido. En Mujeres de Bombay, Jaume Sanllorente le ha querido dar a la mujer el protagonismo que se merece y trasladar a sus lectores las dificultades por las que tiene que atravesar hasta conseguir demostrar lo que vale de cara a la sociedad. Y es que, en los barrios más pobres donde trabaja a fondo la ONG Sonrisas de Bombay, las familias no están preparadas para permitir que sus hijas vayan al colegio, pues para ellos representa una perdida de tiempo y dinero. Por eso, una vez estas niñas entran en la adolescencia y tienen inquietudes como el resto de chicas de su edad, la Fundación intenta contactar con ellas para poder ayudarlas en su educación. En este libro, el escritor y periodista recoge las historias de siete mujeres y utiliza sus testimonios para narrar la desaparición de una niña de ocho años llamada Priyanka. Para comprender el valor de la vida de las mujeres indias, también aborda temas como las agresiones sexuales a menores, la falta de higiene y sus consecuencias, la pésima calidad del servicio sanitario (principalmente para las personas que pertenecen a la casta de los intocables), y por fin, las soluciones que propone la ONG para ayudar a todas las niñas que padecen las consecuencias de vivir en un país cargado de desigualdad y machismo.
Si exprimo al máximo mi mala memoria sería capaz de recordar algunos de los capítulos que más me llamaron la atención del libro Sonrisas de Bombay cuando lo leí. En concreto dos. Uno de ellos fue saber el motivo que llevó a Jaume Sanllorente a bautizar así su Fundación y el otro fue conocer el momento en que acabó perdido dentro de una barriada de slums (chabolas) y tuvo que presenciar escenas horribles protagonizadas por niños e incluso bebés. La India y sus contrastes, siempre presentes.
El ajetreo que le provoca estar a la cabeza de una ONG que crece a cada momento le impide escribir más de lo que a él le gustaría, pero este año, afortunadamente para los que seguimos sus proyectos de cerca, nos ha ofrecido la oportunidad de seguir conociéndolo a través de su nuevo libro, Mujeres de Bombay. Es fantástico cuando un libro tiene la capacidad de removernos por dentro y mediante el uso de la palabra bien escrita, provocar en nosotros todo tipo de reacciones, desde la conmoción hasta ira.
"El matrimonio temprano, la mala situación financiera de las familias, la migración y la preferencia dada a los hijos varones a la hora de recibir educación son factores que inciden en que mujeres y niñas sufran discriminación, tanto en el hogar como en la comunidad, lo que les dificulta el ejercicio de su voluntad individual y la toma de decisiones básicas sobre sus propias vidas"
Página 66

"Cada día me enamoro más de Bombay. Un lugar te gusta o no dependiendo de lo que en él has sentido. Y aunque he vivido momentos muy duros y angustiosos, muchos otros han sido placenteros y gratificantes. A pesar de todo, me siento bien tratado por esta ciudad. El vínculo que me une a ella es tan fuerte y tan grande que la amaré para siempre. Aunque sus bloques de hormigón hayan cambiado mucho su aspecto, su alma sigue intacta"
Página 59
jueves, 6 de septiembre de 2018
LA DESAPARACIÓN DE STEPHANIE MAILER
Que Joël Dicker es un tipo guapo y atractivo, es evidente.
Que sus libros han sido TOP durante años, es incuestionable.
Que, pese a su juventud, se ha consolidado como uno de los mejores escritores de novela negra es un dato objetivo debido al volumen de ventas.
Peroooo... Que se está relajando con sus novelas tampoco lo pongo en duda.
Y es que desde que publicara en el año 2.013 "La verdad sobre el caso Harry Queber" ha ido bajando el listón y la calidad de sus libros (no así las páginas) y los fans de sus historias nos estamos desesperando por momentos.
Con el lanzamiento de La verdad sobre el caso Harry Quebert los lectores flipamos. Tal cual. Era un libro que lo tenía todo. Buen argumento, buenos personajes, buena prosa. Originalidad a la hora de la narración. Extenso, sí, pero ameno. La combinación de un entorno propicio para el suspense con la creación de unos personajes llamativos y curiosos hizo que los lectores metiéramos a Joël Dicker en el saco de los escritores más populares del momento.
Las críticas empezaron a llegar tres años más tarde cuando publicó El libro de los Baltimore. A mi, personalmente, el libro en todo su conjunto me gustó. Aunque la cantidad de páginas puede llegar a influir a la hora de empezar a leer, si eres fiel al escritor, es un inconveniente que no juega en contra de la historia, que es lo principal a la hora de emitir un veredicto final. Sin embargo, para muchos lectores y seguidores de Joël Dicker, la trama se hizo larga, pesada y aburrida. Infumable. ¿Había bajado el listón el escritor? En ese momento no lo pensé.
Pero ahhhhhmigo, este año vuelve ha sacar novela nueva: La desaparición de Stephanie Mailer y una servidora la espera con ganas: lo admito, a mi me gustaba Joël Dicker. Cual es mi sorpresa cuando empiezo a leer y la historia se me hace bola. Una bola imposible de tragar, que no me deja avanzar las páginas, que se atasca y me obliga a concentrarme más de la cuenta. Saltan todas las alarmas cuando, cada vez que cojo el susodicho libro, me distraigo fácilmente. Terror: me echo las manos a la cabeza.
Siempre hay una "cosa", llámese Facebook, llámese washap, llámese tengoqueponerlavadoras que antepongo a la lectura. Y eso es fatídico. Y si el lector es voraz, perder el tiempo así es una tortura.
Antes de empezar a leerlo evito mirar la sinopsis trasera para que no me desvele más argumento del necesario. El agente de policía Rosemberg está dando una rueda de prensa donde anuncia su jubilación cuando, de pronto, aparece la joven Stephanie Mailer y cuestiona al culpable de un cuádruple asesinato ocurrido 20 años atrás. Ella segura que tiene pruebas para desmontar la resolución que llevó a cabo el cuerpo de policía cuando acusó a una persona en concreto y la cosa se enreda cuando el agente que estuvo al mando y capturó al asesino es el mismo que el personaje que se pretendía jubilar. Movidos por la curiosidad, el inspector Rosemberg y el grupo que lo acompañó hace veinte años, deciden reabrir el caso.
Y hasta aquí puedo contar, porque es hasta aquí donde ha llegado mi lectura. He avanzado más en la trama buscando alguna inquietud para poder seguir leyendo, pero no la he encontrado.
Y hasta aquí puedo contar, porque es hasta aquí donde ha llegado mi lectura. He avanzado más en la trama buscando alguna inquietud para poder seguir leyendo, pero no la he encontrado.
Cuando he aparcado el libro un par de días para centrarme en otra lectura, no he notado una cálida bienvenida a la vuelta. Los personajes se me habían olvidado y el constante retroceso de la historia no me ayudaba a retomar el hilo. El argumento perdía fuelle en vez de ganarlo, cosa terrible tratándose del libro de uno de mis escritores preferidos. (Lo reconozco: Actualmente ya no tanto).
Total, que como no he acabado de leerlo, no os puedo decir si al final la historia se arregla o no se arregla. Lo tendréis que descubrir vosotros y darme vuestra opinión.
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