miércoles, 26 de septiembre de 2018

EL VIAJE DE UN EGIPTÓLOGO INGENUO

                    Me preparo para una de las aventuras más impresionantes de mi vida y todos los libros que pueda leer sobre el destino me parecen pocos. Sería imposible concebir un viaje al enigmático Egipto sin haber reparado en su literatura, muestra de los entresijos de una sociedad antigua y tradicional. Para ello he buscado a los mejores acompañantes: Taha Hussein, Amin Maalouf y Naguib Mahfuz son solo una muestra de los escritores árabes contemporáneos más importantes que me escoltaran a lo largo de este recorrido, guiándome a través de los misterios que esconde el desierto y desmigajando, poco a poco, una de las civilizaciones más antiguas de este planeta. Con sus historias recorreré escenarios únicos e inolvidables recreándome en los olores, sabores y colores de cada rincón del Cairo. Todavía no me lo puedo creer. Pronto tendréis más noticias de ellos a través de la reseña de sus libros. 

                    Pero si hoy estoy aquí, emocionada y nerviosa al mismo tiempo, es debido al descubrimiento de otro escritor que, en su primera visita a las Pirámides de Gizah, adivinó a qué se dedicaría el resto de su vida. 



                        La historia de Egipto es una de las más antiguas que nacieron en torno al mar Mediterráneo. Sus costumbres y la abnegación de su pueblo por mantener viva su cultura, es un fiel ejemplo de las tradiciones que perduran hoy en día. Me encuentro sumida en mis pensamientos cuando doy de bruces con el libro "El viaje de un egiptólogo ingenuo" (Ediciones del viento, 2.017). Solo la foto de la portada ya me indica que este es el libro que estaba buscando, mezcla de experiencias, anécdotas y citas literarias. Noto que es el mejor momento para leerlo cuando, al comenzar la lectura, Tito Vivas narra en primera persona la impresión que le causó ver las Pirámides de Gizah con tan solo nueve años de la mano de sus padres. Me imagino a un jovencito ataviado con calcetines de algodón hasta las rodillas y gorro de explorador, perdido entre toneladas de arena caliente, contemplando miles de piedras posicionadas perfectamente y buscando un sentido a las construcciones faraónicas más antiguas del mundo. Todo el misticismo que rodea esta civilización cobra un nuevo sentido cuando aprendes a ver con los ojos de un egiptólogo el conjunto de sus obras. Las Pirámides como nexo de unión entre la vida y la muerte, la importancia de cada dios ligada a la descendencia del varón o la simbología animal son solo un ejemplo de lo que el lector descubrirá mientras viaja en camello y taxi prácticamente la mismo tiempo.

                        Leer el libro de Tito Vivas es transportarse al Egipto de la antigüedad y vivir varias vidas unidas entre la época faraónica y el momento en que empezaron a llegar los primeros descubridores para estudiar los tesoros en forma de sarcófagos, momias, templos y piedras que iban apareciendo delante de ellos. Las constantes citas a la novelista, periodista, viajera y egiptóloga Amelia Edwards denotan la admiración que el autor siente por su predecesora así como la honda impresión que le causó conocer su obra. A lo largo de todo el libro, las citas de diversos y variados escritores han hecho que amplíe, aun más, el abanico de obras que me faltan por leer antes de viajar al país donde Keops, Tutankamon o Nefertiti dejaron una huella imborrable. 


"Sobre las aguas del Nilo el tiempo se detiene. La temperatura del ambiente relaja su crudeza y una brisa fresca envuelve la vida por completo. La humedad se instala en cada poro de la piel provocando una sensación de rejuvenecimiento. El gran canal eterno abraza al mortal haciéndolo consciente de su naturaleza efímera. Me sentía al mismo tiempo afortunado y miserable"
Página 205

Las famosas aguas del Nilo llenan decenas de páginas de este precioso libro mientras el autor se mece por ellas para desplazarse desde Karkak hasta Abu Simbel, pasando por Luxor, Edfú, Tebas y los templos de Asuan. Además de las interminables referencias de sitios y lugares con sus consabidas explicaciones históricas, el autor ha querido agasajarnos con fotografías antiguas, panorámicas tomadas por él mismo y decenas de acuarelas que describen perfectamente los colores que envuelven esta tierra, donde los ocres, naranjas y marrones no se distinguen de las construcciones más antiguas. De vuelta al Cairo y antes de despedirse del lector, Tito Vivas describe con detalle el placer que supone la comida egipcia para los sentidos, sus predilecciones a la hora de decantarse por un plato u otro y los lugares más importantes de una de las ciudades más pobladas de África. 

                Las cientos de anotaciones, los posits y comentarios a pie de página que he marcado como recordatorio de textos que no quiero que se me olviden, me ayudarán a descubrir este increíble país por mi misma, eso sí, de la mano de uno de los mejores egiptólogos españoles que existen en este momento. 

"El Cairo es dulce y pegajoso. Hay un permanente velo visible en la distancia, cómo una bruma que anega el horizonte. En El Cairo no son necesarios los filtros fotográficos de tono sepia y, sin embargo, de cerca, esa cortina de vapor desaparece a la vista y cambia su estado gaseoso a líquido materializándose en gotas de sudor"
Página 43





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