miércoles, 13 de marzo de 2019

LOS CIERVOS LLEGAN SIN AVISAR de Berna Gonzalez Harbour

"Aquí estoy, conduciendo hacia el norte, rumbo a la recta imprecisa que no sé si aún existe, en busca de un camionero que seguramente falleció hace veintidós años dejando viuda y un hijo sonriente en algún lugar aún más impreciso del mapa; y en busca de un campo de carrizos de la pampa, una gramínea invasora comúnmente conocida como plumero, donde se perdió la sombra escurridiza de otro ser"
Página 35



Carmen se encuentra en un momento delicado de su vida. Se acaba de separar de su marido y está intentando ver el lado positivo de las cosas, como las experiencias, los viajes, las anécdotas y el hecho de que, fruto de la unión marital, haya nacido su hijo Marco. Al mismo tiempo, está encapsulando todo lo malo que le produce recordar el carácter conflictivo de su pareja: el gesto torcido, los malos modos, las infidelidades y esa mirada turbia que le desvelaba, día a día, que se encontraba frente a una persona desconocida. Todavía siente escalofríos al recordar el momento en que descubrió que convivía con un ser distinto. La separación tampoco fue un camino de rosas para la protagonista del libro y es que, Julian, su exmarido, todavía la vapulea a diario y amenaza con quitarle la custodia del niño. Esto no sería un problema si la empresa donde trabajaba como economista no hubiera entrado en quiebra debido a los "trejemanjes" de su jefe.

Sobrepasada por los problemas económicos que la acechan a diario, decide volver al pueblo de su padre e investigar un suceso que tuvo lugar veintidós años atrás, cuando, en la carretera de acceso al municipio se encontró con la víctima de un accidente de tráfico.

"Soy, según me han dicho, la primera persona que se interesa por aquella extraña muerte a degüello. En el pueblo, todo fue silencio"
Página 75

La principal motivación que mueve a Carmen a actuar es hallar respuestas a la serie de sucesos que ocurrió esa fatídica noche y de la que no se ha podido olvidar. ¿Quien era el joven camionero que perdió la vida en aquella carretera? ¿Qué pudo pasar para que perdiera el control de su vehículo en un tramo recto? ¿Qué eran las sombras que vio entre los plumeros de la zona? Y la que más le atormenta... ¿Quien es el niño de la foto que la víctima llevaba encima?

La forma de narrar que despliega Berna Gonzalez Harbour en su libro "Los Ciervos llegan sin avisar" (RBA, 2.015) demuestra la impaciencia que tiene la protagonista por encontrar una solución al misterio que envuelve esta enigmática muerte. Sin embargo, cuando las piezas del puzzle empiezan a encajar surge la pregunta más inquietante: ¿Cuantas personas están implicadas en este caso del que nadie quiere hablar? Para sorpresa de Carmen, hay una único vecino al que no molesta su visita, ni su presencia, ni sus incómodas preguntas sobre el accidente. David, el hombre que regenta la gasolinera del pueblo, se presta ayudarla tirando de todos los recursos posibles, informando a la forastera con una amplia biografía de cada uno de los vecinos del pueblo y aportando detalles sobre sus vidas que la ambiciosa economista no hubiera descubierto sin su ayuda. Sin la reunión de todos los datos que, de forma desinteresada le presta David, le hubiera sido imposible resolver el enigma del camionero fallecido pero, ¿que pasó realmente aquella noche mientras los plumeros se mecían frente al cuerpo inerte del joven camionero?

"La vida existe"
Página 23


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