"La realidad es violenta. No hay paraísos inmunes a ella. En la imaginación de algunos existe un mundo rural ficticio, tan idealizado como los recuerdos de la infancia, un mundo que traen en la cabeza los neorrurales que dicen querer alejarse de la alineación de las ciudades y volver al contacto con la naturaleza, con la esencia del ser humano. Quizá la urbanidad de las ciudades sea una impostura, pero, ¿quien quiere enfrentarse a como somos realmente?"
Página 176
Jacobo todavía no es consciente de donde se encuentra ni quien es esa gente que lo observa y lo rodea día y noche. Su estado comatoso le impide abrir los ojos más de un par de minutos al día y siempre que lo hace percibe las mismas sombras, deduce a las mismas personas... una mujer con el uniforme hospitalario... un hombre de traje y chaqueta y... de nuevo, vuelta a dormir.
Lo que Jacobo tampoco sabe es que ese estado de inconsciencia en el que se encuentra es mucho mejor que la realidad que le espera una vez despierte por completo. La verdad será dura de asimilar, sobre todo cuando se entere que ha sobrevivido al intento de asesinato que ha organizado su hija de catorce años.
Antes de que lector digiera lo que acaba de leer, el escritor lo sitúa en contexto, saltando entre la realidad que esta viviendo Jacobo y los motivos que lo empujaron a emprender un viaje sin retorno con su familia, compuesta por su mujer, Irene y su hija, Miriam. La crisis económica y laboral ha arrasado su vida y lo ha sumido en la peor de las circunstancias, empujándolo a mudarse de ciudad para vivir en el cortijo familiar y aceptando que, este cambio drástico de vida, está llevándose la ilusión con la que debe vivir su hija la adolescencia.
El odio, la rabia y el desprecio que siente Miriam por sus padres se palpa en cada página de la novela. Y todo ese rencor es fruto de las decisiones que han tomado para poder ofrecerle una vida mejor, pero Miriam solo piensa en que la aldea donde se van a vivir está a varios kilómetros del cortijo donde se van a instalar, en los cambios que supondrá insertarse en un nuevo de colegio y en la perdida de sus amigos de la infancia. ¿Qué será lo siguiente que hagan sus padres, atarla a la pata de cama con grilletes? Sumida en su particular mundo de decepción, intenta pasar los días sin otra particularidad que atormentar a sus padres con sus quejas. Las malas notas, la incapacidad de adaptación en el instituto, y su falta de empatía, está acabando con la paciencia de su padre, que se preocupa porque el fino hilo que une a su familia no acabe de romperse irremediablemente.
Pero Jacobo no se acuerda de ninguno de sus problemas anteriores, por lo menos hasta el momento en que se despierta en el hospital principal de la ciudad de Almeria y, los profesionales que lo acompañan lo invitan a que recuerde cual es el último momento que tiene grabado en su memoria...
..."La mancha que se había transformado en tu cara, Irene, era lo único que había ante mis ojos. Una masa informe donde me habría gustado hundir las manos para colocar cada cosa en su lugar".
Pagina 93
Las investigaciones que lleva a cabo la Guardia Civil no dejan lugar a dudas, Miriam ha organizado el asesinato de sus padres con la ayuda de unos matones serbios que le presentó un amigo en común y los mensajes de washap eran la prueba más firme a la que se agarraban. El asalto a su casa no había sido un robo, ni tampoco una casualidad. Jacobo, se encuentra en una situación desesperada que transmite en cada movimiento, en cada pensamiento, en cada acción. Está en su derecho de confiar en la inocencia de su hija pero, al mismo tiempo le resulta difícil no escuchar a los expertos que le indican, metódicamente, cual ha sido el procedimiento empleado para contratar a dos asesinos que han acabado con la vida de su mujer.
No os confiéis, la trama que ha creado Agustín Matínez es mucho compleja que lo aparenta en un primer momento y a medida que el lector entra en el juego, es difícil que salga ileso de la partida. La cantidad de personajes malvados que aparecen en esta novela no se pueden contar con los dedos de una mano y, la desconfianza que te crean cuando los conoces, hace que cambies de opinión en cada momento buscando al verdadero asesino de Irene, la única víctima de esta historia ¿Quien es el personaje misterioso que apodan el Jifero? ¿Cómo cambió la vida de Jacobo cuando lo conoció? ¿Cuanta culpa tiene el Rubio de las desgracias que le ocurren a esta familia? ¿Quien dice la verdad y quien miente? ¿Está la abogada de Miriam en lo cierto cuando asegura que su cliente es inocente? ¿Y la niña, que grado de culpabilidad tiene al querer matar a sus padres aunque sostenga que no lo ha hecho?
El ambiente desértico en el que se basa la novela, la sequedad que nos recuerda a los campos del sur, la soledad de sentirse abandonado en medio de la nada y el ambiente caluroso y pegajoso donde transcurre la historia hacen que el lector sea participe de cada acto, teniendo siempre presente que el libro de La mala hierba está basado en un pueblo donde todos se odian, pero todos quedan para ir a cenar.
"Si arrancamos a la tierra sus cosas preciosas, invitamos al desastre. Esto no es ningún libro de Paulo Coelho; es una profecía hopi. Y se está cumpliendo: hemos robado tantas cosas a esta tierra que se está volviendo contra nosotros. Somos su plaga".
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