miércoles, 2 de agosto de 2017

STONER de JONH WILLIAMS

Cuando hablamos de STONER, hablamos de calidad literaria
Contada de forma fluida, sin ostentación ni arrogancia, John Williams narra la vida de un joven granjero convertido en profesor de literatura, que no esperó nada de la vida y aun así obtuvo menos de ella. La historia de lo que significa la palabra conformismo y renuncia. La vida de hombre honrado y sencillo con nombre y apellidos: William Stoner.
“Sus padres y él habían comenzado a ser extraños y se dio cuenta de que su amor por ellos crecía con la pérdida” 
Página 24
Stoner nace en el núcleo de una familia humilde. Hijo único de un matrimonio de granjeros de Missouri, la vida lo sorprende dándole la oportunidad de poder cursar los estudios de Agricultura en la Universidad de Columbia. Sin embargo, las intenciones con las que su padre proyecta sus estudios distan mucho de los propósitos finales del protagonista. La cultura gana a miseria y golpea a la familia Stoner: su hijo no volverá a la granja ni aplicará los conocimientos adquiridos en su primer año estudiantil. Cambiará de carrera sin previo aviso, se  decantará por la literatura inglesa y con el paso de los años llegará a impartir clases en las mismas aulas donde estudió: “Stoner empezó por donde había comenzado, un hombre alto, delgado y encorvado en la misma clase en la que se sentase siendo un muchacho alto, delgado y encorvado a escuchar las palabras que le habían llevado hasta donde estaba. Nunca entró en aquella clase sin echar un vistazo al lugar que había ocupado y siempre se asombraba un poco de no verse sentado allí”. Página 39


EN BUSCA DE LA FELICIDAD ¿Acaso no aspiramos diariamente a conseguirla?
En su tierna juventud, Stoner había pensado en el amor como en una manera de existir absoluta a la que podría acceder si se era afortunado; en su madurez había decidido que era el cielo de una religión falsa hacia el que se debía mirar con sosegado descreimiento, benévolo y crónico desprecio y vergonzante nostalgia. Ahora, a su mediana edad, empezaba a entender que ni se trataba de un estado de gracia ni de una ilusión; lo veía como un acto humano de conversión, una condición inventada y modificada minuto a minuto y día a día, por la voluntad y la inteligencia del corazón”. 
Página 179
Los paralelismos entre la época en la que el escritor basó la novela y nuestros días son abrumadores. Cuando Stoner se enamora perdidamente de una joven a sus ojos extraordinaria, desconoce las consecuencias que esa unión marital le acarrearan el resto de sus días.


Edith Elain Bostwick, es una mujer bella y caprichosa, mezquina, egoísta, temperamental, envidiosa y, aunque en aquella época no existiese el término, también bipolar. Ni los esfuerzos del protagonista por complacerla, ni la llegada de su hija Grace, aplacan la conducta de la triste Edith, que proyecta diariamente su frustración sobre su marido y su hija, presionándoles, sobornándoles y, hasta en ocasiones, abandonándoles. Ambos se aborrecen, pero en la actitud amistosa y pacífica de Stoner se percibe una mínima esperanza de que su mujer, y por tanto las circunstancias de su hogar, cambien algún día. En la mirada de ella solo hay resignación, resentimiento y dependencia. Son conscientes de que no conocen el amor, ni el sexo, ni si quiera la convivencia, por lo que se han abandonado a la vida. A los problemas conyugales también hay que sumarle los fracasos laborales que arrastra Stoner continuamente. Cuando un joven alumno le pone contra las cuerdas, sus compañeros de departamento prefieren humillar y chantajear al profesor en vez de apoyar las decisiones lógicas tomadas por este.


La novela da dos giros inesperados que le dan un toque de acción a tanto conformismo. La aparición de un personaje femenino le hace cuestionar al protagonista de nuestra historia toda su vida. Se puede decir que Stoner no se morirá sin conocer el amor, el amor correspondido y pasional que su mujer le ha negado. A la vez, su familia ya es una familia desestructura, Grace ha crecido rodeada por la bipolaridad de su madre, y se escuda en un embarazo y un novio no deseado para poder huir de su hogar.


Narrada de forma sencilla pero a la vez adversa, esta novela enmarcada en los años 30 americanos sorprende consecutivamente por su armonía y conjugación, por su simpleza, por la naturalidad a la hora de abordar los problemas, por las dudas, por las decisiones del protagonista y por qué, al fin y al cabo, la vida da muchas vueltas y hay muchas soluciones a los problemas, independientemente de que aciertes y falles en la decisión final.


 “En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra” 

Página 178

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