Contada de forma fluida, sin ostentación ni arrogancia, John
Williams narra la vida de un joven granjero convertido en profesor de
literatura, que no esperó nada de la vida y aun así obtuvo menos de ella. La
historia de lo que significa la palabra conformismo y renuncia. La vida de
hombre honrado y sencillo con nombre y apellidos: William Stoner.
“Sus padres y él
habían comenzado a ser extraños y se dio cuenta de que su amor por ellos crecía
con la pérdida”
Página 24
Stoner nace en el núcleo de una familia humilde. Hijo único
de un matrimonio de granjeros de Missouri, la vida lo sorprende dándole la
oportunidad de poder cursar los estudios de Agricultura en la Universidad de
Columbia. Sin embargo, las intenciones con las que su padre proyecta sus
estudios distan mucho de los propósitos finales del protagonista. La cultura
gana a miseria y golpea a la familia Stoner: su hijo no volverá a la granja ni
aplicará los conocimientos adquiridos en su primer año estudiantil. Cambiará de
carrera sin previo aviso, se decantará
por la literatura inglesa y con el paso de los años llegará a impartir clases
en las mismas aulas donde estudió: “Stoner
empezó por donde había comenzado, un hombre alto, delgado y encorvado en la
misma clase en la que se sentase siendo un muchacho alto, delgado y encorvado a
escuchar las palabras que le habían llevado hasta donde estaba. Nunca entró en
aquella clase sin echar un vistazo al lugar que había ocupado y siempre se
asombraba un poco de no verse sentado allí”. Página 39
EN BUSCA DE LA
FELICIDAD ¿Acaso no aspiramos diariamente a conseguirla?
“En su tierna
juventud, Stoner había pensado en el amor como en una manera de existir absoluta
a la que podría acceder si se era afortunado; en su madurez había decidido que
era el cielo de una religión falsa hacia el que se debía mirar con sosegado
descreimiento, benévolo y crónico desprecio y vergonzante nostalgia. Ahora, a
su mediana edad, empezaba a entender que ni se trataba de un estado de gracia
ni de una ilusión; lo veía como un acto humano de conversión, una condición
inventada y modificada minuto a minuto y día a día, por la voluntad y la
inteligencia del corazón”.
Página 179
Los paralelismos entre la época en la que el escritor basó
la novela y nuestros días son abrumadores. Cuando Stoner se enamora
perdidamente de una joven a sus ojos extraordinaria, desconoce las
consecuencias que esa unión marital le acarrearan el resto de sus días.
Edith Elain Bostwick, es una mujer bella y caprichosa,
mezquina, egoísta, temperamental, envidiosa y, aunque en aquella época no
existiese el término, también bipolar. Ni los esfuerzos del protagonista por
complacerla, ni la llegada de su hija Grace, aplacan la conducta de la triste
Edith, que proyecta diariamente su frustración sobre su marido y su hija, presionándoles,
sobornándoles y, hasta en ocasiones, abandonándoles. Ambos se aborrecen, pero en
la actitud amistosa y pacífica de Stoner se percibe una mínima esperanza de que
su mujer, y por tanto las circunstancias de su hogar, cambien algún día. En la mirada
de ella solo hay resignación, resentimiento y dependencia. Son conscientes de
que no conocen el amor, ni el sexo, ni si quiera la convivencia, por lo que se
han abandonado a la vida. A los problemas conyugales también hay que sumarle
los fracasos laborales que arrastra Stoner continuamente. Cuando un joven
alumno le pone contra las cuerdas, sus compañeros de departamento prefieren
humillar y chantajear al profesor en vez de apoyar las decisiones lógicas
tomadas por este.
La novela da dos giros inesperados que le dan un toque de
acción a tanto conformismo. La aparición de un personaje femenino le hace
cuestionar al protagonista de nuestra historia toda su vida. Se puede decir que
Stoner no se morirá sin conocer el amor, el amor correspondido y pasional que
su mujer le ha negado. A la vez, su familia ya es una familia desestructura,
Grace ha crecido rodeada por la bipolaridad de su madre, y se escuda en un
embarazo y un novio no deseado para poder huir de su hogar.
Narrada de forma sencilla pero a la vez adversa, esta novela
enmarcada en los años 30 americanos sorprende consecutivamente por su armonía y
conjugación, por su simpleza, por la naturalidad a la hora de abordar los
problemas, por las dudas, por las decisiones del protagonista y por qué, al fin
y al cabo, la vida da muchas vueltas y hay muchas soluciones a los problemas,
independientemente de que aciertes y falles en la decisión final.
“En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que
otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno
ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un
fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra”
Página 178
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