sábado, 1 de diciembre de 2018

AMERICANAH

"La raza no es biología; la raza es sociología. La raza no es genotipo; la raza es fenotipo. La raza importa debido al racismo. Y el racismo es absurdo porque tiene que ver con el aspecto de uno, no con la sangre que corre por sus venas" 
Página 441


De nuevo, la feminista, escritora y dramaturga nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie, nos da una lección sobre el comportamiento del ser humano a través de Ifemelu, la protagonista de su novela Americanah. 

Es un hecho que la escritora de este libro es negra, perooo negra, negra. De esos negros que tienen hasta las palmas de las manos de color negro. Su pelo es indomable y... negro. Sus ojos son dos destellos del mismo color. Y, entre tanta oscuridad, una ristra de dientes blancos sobresale como un halo de luz. Si tuviera confianza con ella, se los contaría porque, cuando sonríe, parece que tenga más que cualquier mortal. Ella camina, un día cualquiera, por la ciudad de Lagos para contarnos que nadie la mira, pese a que es terriblemente bella. Su cuerpo pasa inadvertido, su silueta se funde con el resto de ciudadanos que cogen el autobús o salen a comprar el pan. Pero, y aquí es donde viene el ejercicio al que nos quiere someter, esta misma persona se traslada en el espacio y en el tiempo a otro país ubicado en el hemisferio norte del planeta Tierra. Establece las misma pautas de comportamiento y rutina que le preceden, camina con la misma ropa peroooo, cuidado, ya no es tan fácil pasar desapercibida. Su color de su piel atrae las miradas de los transeúntes que, sin conocer cual es su misión en un país extranjero, la juzgan por el simple hecho de existir. Con una inoportuna mirada nace el racismo.



Ifemelu está sentada en una peluquería norteamericana. Mientras la peluquera le trenza el pelo afro, la protagonista de esta historia se dedica a repasar su vida desde que llegó a Estados Unidos, hace ya dieciséis años. Su salida de Nigeria con una beca debajo del brazo le auspiciaba un camino estudiantil seguro, pero la realidad se hizo patente nada más llegar a Estados Unidos. La falta de recursos económicos unida a la carencia de valores que se empeñaba en demostrarle la sociedad a diario, fue la consecuencia de una caída en picado y sin frenos hacia una profunda depresión. Ifemelu había tocado fondo. Había aceptado trabajos que costeó con su dignidad y se encontraba sola en un mundo completamente ajeno a ella con una mochila vacía de sueños y esperanzas. La única manera que tenía de salir del agujero era contarle al mundo sus experiencias, el duro camino que supone integrarse en un país que camufla un problema social como es el racismo pero que, al mismo tiempo, se esfuerza en hacerlo patente día a día, en los grandes detalles. Con la creación de un blog comenzó a analizar todos los aspectos que van unidos a la raza, al racismo, a la segregación y la inmigración. La joven Ifemelu marcaba un precedente para su comunidad. Sus textos se leían en institutos y universidades, se analizaban a conciencia y obligaban a la gente a pensar de manera diferente. Su talento la convirtió en una persona famosa, independiente y segura de si misma, además de proporcionarle una estabilidad económica muy superior a la media. Una nueva Ifemelu volvía a nacer lejos de hogar. Pero al mismo tiempo, las contradicciones, tan presentes en la vida de un emigrante, la obligaban a volver la vista atrás para recordar los orígenes y con él, la adolescencia en la ciudad de Lagos, sus padres y las condiciones de vida precarias, los largos paseos por caminos de tierra hasta llegar a la Universidad y el sorprendente descubrimiento de su primer amor.

Con Chimamanda Ngozi Adichie y a través de Ifemelu, el lector experimentará las subidas y bajadas de un mundo vacío, superficial y poco hospitalario como lo es el nuestro. Caminará por las entrañas de dos países totalmente diferentes y se angustiará con las decisiones de la protagonista, aunque también vivirá en primera persona sus amores y triunfos, se encariñará con personajes carismáticos como Obinze o la tía Uzu, y conocerá como vivió la comunidad afroamericana el cambio político de un país con el ascenso al gobierno del presidente Obama. La segregación de las clases sociales es un hecho con el que Estados Unidos aparentemente lucha, aunque con poco éxito. Ifemelu conocerá a mucha gente diversa en su periplo norteamericano, se enamorará de diferentes hombres, luchará contra sus propias adversidades y, finalmente volverá a su país. Más de 10 mil kilómetros separan Estados Unidos de Nigeria. Seis horas y media de diferencia horaria que marca el amanecer de un país a otro y millones de personas que se despiertan a diario bajo el mismo sol, sabiendo que son diferentes simplemente por el color de su piel. Ya no cuentan los triunfos, las medallas o los logros. Una persona negra, seguirá siendo negra por mucho que su inteligencia supere la media, y siempre existirá una persona blanca que juzgue a toda una comunidad por su raza. ¿Cambiará esto algún día?

"Cuando quieres unirte a un prestigioso club social, ¿te preguntas si tu raza será un obstáculo? Cuando vas de compras a una buena tienda, ¿te preocupa que te sigan o te acosen? Cuando solicitas un crédito en un banco, ¿esperas que, cómo consecuencia de tu raza, se te considere poco solvente? Si usas palabras malsonantes ¿piensas que la gente puede opinar de la incultura de tu raza? Si te da el alto un agente de tráfico, ¿será por tu raza?"
Página 452

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