Mohamed Moulessehoul fue comandante del Ejercito Argelino durante más de diez años. Antes de dedicarse profesionalmente a la escritura tuvo que adoptar un seudónimo femenino para no levantar sospechas y poder denunciar, a través de sus novelas, el drama que padece su país: desde la corrupción en los círculos de poder a la irracionalidad de los fundamentalistas islámicos.
Saltó a la fama con la Trilogía de Argel, pero anteriormente ya había debutado con novelas fabulosas como El atentado, La ultima noche del Rais o Las Golondrinas de Kabul.
Abróchate el cinturón, ahora te lo voy a contar...
"Nadie cree en el milagro de las lluvias, en la magia de las primaveras, y menos aún en las auroras de un mañana clemente"
Prólogo
En el Afganistán de los talibanes, donde ya no se oyen a las golondrinas sino solamente los graznidos de los cuervos, viven dos familias completamente diferentes. Entre cuatro paredes desconchadas, el carcelero Atiq Shaukat comparte estancia con su esposa Musarat. Como los talibanes tienen prohibido la atención médica a las mujeres, ésta malvive mientras la enfermedad la carcome y su esposo, en vez de ayudarla y mostrar empatia, se irrita y amarga cada vez que llega a casa.
"Ahora los bulevares de Kabul ya no le resultan entretenidos a nadie. Las fachadas descarnadas que aun quedan en pie por no se sabe que prodigio son la prueba de que los cafetines, los figones, las casas y los edificios se han convertido en humo"
Página 7
Dos calles más abajo, Mohsen y la bella Zunaira conviven con cariño y respeto una serie de situaciones surrealistas provocadas por el gobierno extremista de los talibanes. Un día, movido por la tempestad de las masas, Moshen se une a la lapidación de una mujer inocente condenada por prostitución en el centro de la ciudad. ¿Que se le ha podido pasar por la cabeza a este joven universitario para dejarse llevar por la maldad de estas mentes corrompidas? Su mujer no lo comprende ni lo perdona, el hombre que ella ama ha desaparecido.
"En Kabul, las cosas van de mal en peor, y arrastran desordenadamente consigo en su deriva a hombres y costumbres. Es el caos dentro del caos, el naufragio dentro del naufragio; y que se anden con mucho ojo los imprudentes. Un ser aislado es un ser irremediablemente perdido"
Pagina 45
Dos parejas nadan entre el amor y el desamor, marcadas por la represión religiosa, la miseria, la mezquindad, la cobardía, la humillación y la opresión.
Con un final increíble y sorprendente que rebosa de impotencia y tristeza a partes iguales, Yasmina Khadra proyecta perfectamente todo el sistema al que está sometida la población afgana, con una cotidianidad abrumadora donde las ejecuciones son el pan de cada día y no hay otra manera de afrontarlas que refugiándose en la soledad de uno mismo.
Cierto es que no quieres que se acabe nunca esta novela. Su prosa, su historia, su forma y su argumento te atrapan vilmente. Pero también es cierto que, cuando cierras la última página, un silencio de ultratumba se apodera del entorno envolviéndolo todo...
Solo puedes pensar... Que agradable es volver a la realidad...
"- ¿Tu crees que algún día podrá oírse música en Kabul?
- ¡Quien sabe!
El anciano aprieta más la mano y su descarnado cuerpo se tensa para prolongar la queja:
-Tengo ganas de oír una canción. No te puedes imaginar que ganas tengo. Una canción con música y con una voz que me conmueva de arriba a abajo. ¿Tu crees que podremos algún día encender la radio y oír una orquesta tras otra hasta que nos de un patatús?"
Página 53