LUCIA BERLIN Y SU MANUAL PARA MUJERES DE LA LIMPIEZA
Avanzo el prólogo escrito por Lydia Davis:
"Las historias de Lucia Berlin son eléctricas, vibran y chisporrotean como dos cables pelados al tocarse. Y la mente del lector, seducida, fascinada, recibe la descarga, las sinapsis se disparan. Así nos gusta estar cuando leemos: con el cerebro en funcionamiento, sintiendo latir el corazón"
Empiezo la reseña con una deducción que es para mi una sentencia. Un libro, independientemente del estilo que sea, debe hacer pensar al lector, y sobre esta base, baso todas mis lecturas y mis elecciones a la hora de decantarme por un escritor u otro. Es fundamental que una historia te mueva del sillón, te saque de tu zona de confort y te haga vibrar. Que te active las neuronas. Que pensemos, deduzcamos por nosotros mismos y saquemos nuestras propias conclusiones sin necesidad de que el escritor interfiera.
Que sea el lector quien le ponga punto final cuando quiera, e intervenga y desconecte cuando piense que es oportuno.
Y cuando empiezo a leer este libro sé que cumple todo lo que le estoy pidiendo a una buena lectura: que sea interesante y pueda analizar la cantidad de temas escondidos que abundan perdidos entre sus lineas.
A los dos minutos recapacito. Mi mente se pone alerta. Hacía mucho tiempo que no leía nada tan original y diferente alejado de mis lecturas de cabecera.
Con su aire misterioso, mezcla de bohemio e intelectual, me siento atrapada por Lucia Berlin y su carismática forma de escribir
Parte de la inspiración de la escritora proviene de sus experiencias personales y aunque ella afirma que su obra no es totalmente autobiográfica, aparecen elementos y personajes que sitúan las historias en el entorno donde transcurrió una parte de su vida. La mayoría de sus relatos suceden entre la frontera de Estados Unidos y Nuevo México. Alburquerque, una ciudad que me gusta solo por el simple hecho de pronunciarla. Arizona, Tijuana o Texas. Leer sobre estas ciudades me introducen en la misma atmósfera que vive la escritora y siento una sensación de manipulación que, asombrosamente, me gusta.
"Estoy aquí por un tiempo indefinido, pero ¿luego qué, adonde iré? Odiamos los lugares con la misma pasión con la que odiamos a las personas"Página 269
Lucia Berlin trata en su libro los temas cotidianos a los que el ser humano está expuesto, es decir, el vicio (muy presente en toda la obra), la enfermedad, el paso del tiempo, la infancia y los traumas que nos va dejando, la enseñanza y la supervivencia. Y lo más interesante, es encantadora su forma de describir minuciosamente cualquier objeto sin importancia en el momento oportuno, como un tiquet de la compra, un producto de limpieza o las paradas que efectúa un autobús en su ruta diaria. Estos detalles son los que te acercan al estilo de vida que la escritora quiere plasmar a través de sus historias.
Si tuviera que elegir de entre los 43 relatos que pueblan este libro me quedaría con el primero de Lavandería Ángel porque me pareció una buena introducción a lo que estaba por llegar y me animó a seguir. El de Temps perdu porque es un canto al amor y viene precedido por Apuntes de la sala de urgencias que me pareció fascinante, sobretodo el párrafo donde narra cómo son las muertes de los gitanos y cómo llegan en manada para estar con la persona moribunda (el barrio tira). El de Melina por ser extremadamente bonito y trabajado, y Querida Conchi por abarcar el tema del desamor más duro y trágico. En Dentelladas de tigre expone el cataclismo que supone el aborto para una adolescente y en Inmanejable narra la tortura de ser una persona alcohólica. Sin embargo, son en los relatos de Luto como en Manual para las mujeres de la limpieza donde la autora representa toda la clase social a la que va dirigido este libro.
Se nota que me ha impresionado Lucia Berlin. Se nota a distancia que he quedado prendada de su obra y de ella misma. Se nota que, sin proponérselo ni proponérmelo, ha escalado hasta posicionarse en el TOP 9 de novelas de ficción extranjeras que recogeré para hacer el rankin a final de año.
Un libro de relatos Lara... ¿quien te lo iba a decir?
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