Benito Olmo está de vuelta, lo que significa que con él regresan las horas sin dormir vagando por la ciudad de Cadiz y la atmósfera de tensión que se respira cerca de su personaje principal, rodeado de acción y golpes. Muchos golpes.
El inspector Manuel Bianquetti. Ese personaje que podría haber salido de una novela de Ellroy o Chandler. Esa forma que tiene de ponerse el abrigo cuando sale de casa aunque tenga mucha prisa y esos segundos en los que el escritor cede a sus impulsos y describe la forma de sus manos.
Sus seguidores estamos de suerte.
"Durante aquellos doce meses de inactividad, sus malos modos y su permanente mal humor no había hecho otra cosa que aumentar, y empezaba a ser consciente de que su trabajo como inspector de policía no había sido solo un medio para subsistir, si no también una vía por la que canalizar su rabia".
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El camino de Bianquetti sigue siendo difícil y tortuoso. Suspendido de empleo y sueldo, lleva doce meses de inactividad y se esperan unos cuantos más alejado de la comisaria. La poca afinidad con su superior, Silva, hace que la vuelta al trabajo se presente larga y lenta. Su relación amorosa con Cristina esta llena de distancias y silencios, y esta falta de actividad unida al desasosiego de estar desempleado lo empujará a aceptar un trabajo mal pagado como escolta de una familia adinerada. Lo que él no sabe, muy a su pesar, es que aceptándolo se verá involucrado en una trama de delitos y asesinatos donde todos los implicados ocultan un factor determinante en toda la novela: su verdadera identidad.
Madrileño de nacimiento, Bianquetti se mueve como pez en el agua por las calles de Cádiz con su viejo Opel Kaddet. Y es que, si hay algo que caracteriza a Benito Olmo es en situar esta ciudad, y sus alrededores, como escenarios de persecuciones, tiroteos, palizas y chantajes. Y yo me pregunto, ¿cómo es posible que una ciudad tan pequeña dé tanto juego? Azahara de los atunes, El Puerto de Santa María, el Paseo Marítimo o la Avenida Guadalquivir. El sol, el mar y la situación geográfica del puerto gaditano hacen de su ubicación un suculento manjar para los traficantes que pretenden beneficiarse de las condiciones que les ofrece esta localidad para trabajar a sus anchas.
Si pudiera concentrar toda la trama de la novela en una palabra, esta sería, sin duda, ambición. Porque es esta ambición la que hace que los personajes de esta historia deseen más de lo que ya poseen, se deslicen hacia la parte más oscura de la sociedad y pasen por encima de todas las personas de su alrededor. Pero la ambición no solo moverá a los malos ha cometer delitos. También ayudará al protagonista a actuar en beneficio de sus intereses, a buscar la verdad, a investigar a fondo y, fruto de sus deducciones, sacar a relucir toda la verdad del entramado entre las familias Ferraro y Andrade.
"Le había salvado la vida a cambio de condenar la suya para siempre. "Alguien muere para que otro viva", sentenció Bianquetti y pensó en lo injusta que resultaba aquella sentencia, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de gente que había muerto para que personas como él pudieran vivir"
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Para conocer mejor al inspector Bianquetti, Olmo se encargará de mostrarnos el lado más tierno junto a su hija Sol. Un jarro de agua fría le sobreviene cuando ésta le confirma la intención de cursar los estudios para ser policía. Bianquetti, que se opone tajantemente a que esto ocurra, cederá ante las intenciones de su hija no sin antes exhortarle: si tiene que ser policía, que sea la mejor. Y es que Bianquetti tiene esa forma de proteger a las personas que quiere y apartarlas de la primera linea de fuego en la que se encuentra él.
Benito Olmo ofrece un estilo literario al que todos los que juntamos letras nos gustaría aspirar, es decir, hacer de esta actividad una cosa fácil cuando en realidad es sumamente difícil. Él tiene la capacidad y la virtud de escribir bien y, aunque parezca simple, yo busco diariamente a ese ser que le tocó con la varita mágica y le concedió esa soltura que muchos escritores buscan y muy pocos encuentran.
Enhorabuena Benito, tienes la suerte de que tus historias nos dejen con ganas de más.
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