jueves, 15 de noviembre de 2018

EL DÍA QUE MATARON AL LÍDER

Naguib Mahfouz vuelve a darle una vuelta de tuerca al pueblo egipcio en su novela "El día que mataron al líder". Ambientada en las cuatro paredes de una casa familiar, este corto pero intenso relato está narrado en primera persona por los tres personajes que componen la historia y que ven la vida de manera muy diferente. 


Muhtashami Zayid es el personaje más carismático de esta historia de amorCon unas certeras y trabajadas reflexiones sobre la vida, el abuelo octogenario de Alwán Fawaz, le da una pincelada de cordura a la turbulenta vida de su nieto. Viudo, apasionado de la lectura y fiel devoto de las leyes islámicas, intenta aconsejar a Alwán de una forma cauta, intentando no influir en sus decisiones finales, evitando el dolor y el sufrimiento que causa la verdad manifiesta, y sabiendo lo difícil que es para propio afectado discernir cual es, en realidad, la base de todos sus problemas. 

"El día transcurre entre las devociones, las recitaciones del Corán, las comidas y las canciones. A los ochenta años se espera la llegada de un invitado que no ofrece ninguna duda. Señor, haz que el final sea bello, aparta de nosotros la incapacidad y el dolor, reparte los dones de Tu misericordia por los rincones de esta casa sólida".
Página 99

Alwán Fawaz vive con sus padres en la casa familiarSin embargo, la relación que mantiene con su abuelo Muhtashami Zayid es única, sana y envidiable. Este joven se apoya en su predecesor para descargar las frustraciones que lo atormentan diariamente y busca consuelo en las palabras del viejo sabio. De entre todos sus problemas hay uno que lo atosiga por encima de los demás: no poder pagar la dote que se exige a los muchachos para poder casarse con la mujer elegida. Los comentarios jocosos de sus padres, la presión por parte de la familia de la novia y la humillación constante a la que se ve sometido por parte de su jefe, hacen que la personalidad de Alwán se trunque y se vuelva un chico visceral con un carácter tempestivo. La pareja lleva años esperando el momento para poder casarse, pero el sueldo de Alwán es tan ridículo que no le da la posibilidad de ahorrar lo suficiente para poder tomarla como esposa. A esto se le suma el mayor problema de todos: el tiempo pasa y los planes de un futuro en común cada día están más lejos.

"Han pasado tres años; ya hemos cumplido los veintiséis. Estaba enamorado, pero me he convertido en una persona agobiada, frustrada y responsable. Ahora no nos vemos para hacernos confidencias sino para hablar casi exclusivamente de cosas prácticas: el piso... los muebles, las cargas de la vida en común. Ninguno de los dos encontramos la solución. Solo tenemos amor y obstinación"
Página 31

Randa Sulaymán Mubarak es la prometida de Alwán FawazRanda es la única de esta apasionada historia que cree en el amor, confía en su prometido y no lo presiona para casarse. Sabe que el día llegará, aunque, como al resto de personajes secundarios de esta novela, no tiene conocimiento de cuando. Sobre esta situación y la cuenta atrás que supone la perdida de tiempo para Randa, versa toda la historia. Sus padres, egoístas hasta un punto inconcebible, negocian el casamiento de su hija como si se tratara de una pieza de ganado y saben que si no se casa pronto, la reputación y los valores de la joven ya no serán una buena moneda de cambio. No hace falta leer entre lineas para comprender que lo que los padres de Randa tratan de proteger a toda costa es su virginidad para poder sacar un mayor beneficio de ella.  
Randa está al corriente de la situación, Alwán lo respeta y el abuelo Zayid reza sin parar. A él le gustaría que le alcanzara la muerte antes de ver sufrir a su nieto.

"La disciplina es una característica que compuse en lo más profundo de mi ser desde la infancia. Mi diálogo con mis deseos siempre prevalece. No me dejo influir por las experiencias que he vivido de cerca. Soy precavida al imaginar el significado de la libertad. Permanezco impasible ante las habituales y ridículas acusaciones de "cerrada" y "retrógrada"; sin embargo, no soy inmune a la tristeza".
Página 71


Aunque hayan cientos de maneras de acabar este relato minimamente bien, cuidado: ¡pocas veces existen los finales felices en las novelas del escritor Naguib Mahfouz! Este señor, Premio Nobel de Literatura en el año 1.988, utilizó la muerte del presidente egipcio Saddat en el año 1.981 para poner en entredicho lo que verdaderamente significan los valores para la sociedad egipcia. La codicia y el materialismo unidos a la represión sexual que sufren los jóvenes, son una bomba de relojería para todas las personas que se ven obligadas a seguir a rajatabla los mandamientos del Corán.

Con un final totalmente inesperado y apoteósico, Naguib Mahfouz corona esta novela y yo me proclamo fan número uno suya.  
"- ¿Me perdonarás que te diga algo que te va a disgustar? - pregunté.
Me miró de forma suplicante y repuso con ironía:
- Así es como empiezan las conversaciones, abuelo."
Página 78




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